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Durkheim: "la concepción que la historia nos da del hombre"

"[...] dès le moment où on a bien présente à l'esprit l'infinie variété de combinaisons mentales que l'homme a ainsi tirées du fond de sa nature, on se rend compte qu'il est impossible de dire à un moment donné : voilà ce qui constitue cette nature, voilà de quoi elle est faite. Car la richesse des productions passées ne nous autorise aucunement à assigner une limite aux productions à venir, et à penser qu'un jour doive jamais venir où l'homme, arrivé au terme de ses créations, soit condamné à se répéter perpétuellement lui-même. On en vient ainsi à concevoir l'homme, non pas comme un système d'éléments définis et nombrables, mais comme une force infiniment flexible et protéiforme, capable de prendre les aspects les plus divers, sous la pression de circonstances sans cesse renouvelées. Bien loin que nous soyons tout entier dans les états réalisés que nous constituons à tel moment de l'histoire, il y a en nous sous ces états une multitude de possibles non actualisés, de germes qui peuvent dormir éternellement, ou bien, au contraire, s'éveiller à la vie si la nécessité les y appelle. Ces états actuels peuvent s'envelopper à nouveau, des états nouveaux peuvent naître, des états anciens et périmés peuvent renaître sous des formes nouvelles adaptées aux nouvelles conditions de la vie. Voilà la conception que l'histoire nous donne de l'homme [...]."

Émile DurkheimL'évolution pédagogique en France, París, PUF, 1999 (v.o. 1938), p. 376.

"[...] desde el momento en que tenemos bien presente la infinita variedad de combinaciones mentales que el hombre ha extraído así del fondo de su naturaleza, nos damos cuenta de que es imposible decir en un momento dado: he aquí lo que constituye esta naturaleza, he aquí de qué está hecha. Porque la riqueza de las producciones pasadas no nos autoriza en ningún caso a asignar un límite a las producciones por venir, y a pensar que un día deba llegar en que el hombre, llegado al límite de sus creaciones, se vea condenado repetirse a perpetuidad. Llegamos así a concebir al hombre, no como un sistema de elementos definidos y nombrables, sino como una fuerza infinitamente flexible y proteiforme, capaz de adoptar los más diversos aspectos, bajo la presión de circunstancias continuamente renovadas. Lejos de encontrarnos al completo en los estados realizados que constituimos en un determinado momento de la historia, hay en nosotros en esos estados una multitud de posibles no actualizados, de semillas que pueden dormir eternamente, o bien, al contrario, despertar a la vida si la necesidad los llama. Esos estados actuales pueden envolverse de nuevo, pueden nacer estados nuevos, estados antiguos y caducos pueden renacer bajo formas nuevas adaptadas a las nuevas condiciones de la vida. Esta es la concepción que la historia nos da del hombre [...]."

 (Traducción propia; versión española del libro: Historia de la educación y de las doctrinas pedagógicas, Madrid, La Piqueta, 1982).

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