A veces datos sociológicos interesantes pasan desapercibidos a ojos tanto del público en general, desde luego, como de los propios sociólogos muchas veces. Al menos para mí, este es el caso de del Estudio 2634 del CIS, "Clases Sociales y Estructura Social", de 2006. Y lo peor es que los datos siguen ahí envejeciendo año tras año, sin suscitar demasiado interés entre los investigadores. Al menos yo no conozco ningún estudio sociológico que haya explotado estos interesantes datos. (Quiero creer que no tiene que ver sólo con el creciente desinterés por las cuestiones de estructura y clases sociales...).
Sí se publicó en su día un análisis de los principales resultados, realizado por Jorge Rodríguez Menés (Boletín CIS, nº2, 2007), que da para bastante. Muchas de las cosas que se reflejan pueden parecer "de cajón", pero siempre está bien verlas respaldadas por datos. Otras son menos evidentes.
Destaco rápidamente sólo algunas ideas del mismo que me parecen interesantes:
- Cosas que ya sabíamos (o intuíamos): las clases sociales realizan trabajos de naturaleza distinta (manuales, rutinarios, con objetos, en las trabajadores; interpersonales, en el sector servicios; intelectuales y creativos, en las nuevas clases medias; etc.), con distintos niveles de autonomía, formas de control/vigilancia, posibilidades de toma de decisión y consecuencias para la actividad; la importancia de los distintos capitales que se poseen (cultural, económico, social) y su "inversión" en el acceso al trabajo; o las distintas probabilidades de promoción y mejora de estatus y rentas del trabajo entre clases.
- Las clases sociales con menor capital económico y cultural tienden a emplear más su capital social (sus redes y contactos personales) para encontrar empleo.
- Existen claras diferencias de clase en cuanto a la precariedad y estabilidad laboral:
"En promedio, las viejas clases medias llevan 14 años ejerciendo el mismo trabajo; las nuevas clases medias, 10 años; los asalariados en los servicios, 8; la aristocracia obrera, 13; y la clase obrera subalterna, 9. Las clases obreras (50%), junto con los trabajadores de los servicios (35%), presentan los porcentajes mayores de ocupados con contratos temporales, así como de trabajos estacionales o intermitentes (16 y 10% y de desempleados que buscan trabajo activamente (12 y 13%)." (J. Rodrígez Menés, 2007: 7)
- En ciertos aspectos puntuales la "clase de servicios" se encuentra en peor situación que lo que el autor llama "aristocracia obrera" (operadores, conductores y asalariados manuales cualificados); o, si se prefiere, se encuentra más cerca de la "clase obrera subalterna" (trabajadores manuales no cualificados) que de esta última. Por ejemplo, en cuanto a "ingresos netos mensuales por el trabajo personal", menores para los trabajadores de los servicios, pero también en lo que respecta a las tasas de desempleo, de trabajo intermitente u ocasional y de temporalidad, mayores para ellos. Luego, a pesar de disponer de un capital cultural mayor y unos ingresos familiares mensuales similares que los trabajadores manuales cualificados, se encuentran en condiciones laborales menos favorables y estables que los trabajadores manuales cualificados. Es importante, por ello, resaltar las diferencias internas a lo que comúnmente (y de forma a veces demasiado rápida) llamamos "clase(s) trabajadora(s)", así como las desigualdades en la estabilidad/precariedad (que no responden necesariamente a una relación lineal, y que apelan a realizar una "cartografía de la precariedad", como señala R. Castel).
- El estudio incluye variables relativas a "ideologías, costumbres y estilos de vida". Aunque las "formas de ver el mundo" se midan cuantitativamente a partir de opiniones con respecto a temas significativos y fuertemente posicionantes como la aceptabilidad o no de las desigualdades, derechos civiles, políticos y sociales, seguimiento de la actualidad y participación política, preferencias políticas y religiosas, etc.), la inclusión de este tipo de variables resulta algo fundamental en el estudio de las clases sociales (sobre todo después de La Distinción), que no siempre se ha tenido en cuenta, en parte por el predominio asignado tradicionalmente a las variables económicas. Recomiendo su lectura porque se aprecian claramente las conexiones entre posición y tomas de posición.
- En esta misma línea, el estudio contempla otras variables de gran interés, relativas a los modos de vida de las clases sociales, como las "pautas de asentamiento" (hábitats) y formas de conceptualizarlo, "redes de solidaridad social" (cuidado, préstamos, apoyo, etc.), "niveles de endogeneidad social" (interacciones habituales con gente de características sociales similares), gustos (televisivos, musicales, vestimentales). En este último caso, es muy interesante el cuadro que Rodríguez Menés presenta en su estudio (2007: 12) y que reproduzco malamente aquí:
Es significativo y reconfortante que el autor del informe finalice el trabajo concluyendo con estas palabras: "las clases sociales importan", y sintetizando todos aquellos aspectos concretos en que lo hacen (tipo de trabajo, recursos movilizados para el acceso al trabajo, acceso a estatus ocupacionales y probabilidades de movilidad, estabilidad/precariedad laboral, formas de ver el mundo, preferencias, simpatías, gustos, etc.).
Críticas y comentarios para seguir reflexionando sobre el estudio de las clases sociales:
- ¿Dónde quedan las clases altas en todo esto? ¿Es un problema técnico: no se les puede encuestar, quedan fuera del diseño muestral?, o ¿es un problema teórico: nos hemos creído el cuento de que nuestra sociedad es una "sociedad de clases medias" y hemos perdido la capacidad de distinguir/construir las altas, o las hemos incluido inocentemente en las medias (particularmente en las llamadas "viejas clases medias")?
- Dificultad (teórica y técnica) de la sociología para elaborar un esquema de clases multidimensional, no basado principalmente en el factor clásico de la ocupación.
- Justificación del esquema de clases y sus etiquetas: "aristocracia obrera" me parece una etiqueta desafortunada aunque pueda entenderse su sentido (mejores condiciones y mayor estabilidad que la "clase obrera subalterna"); la idea de "nuevas" y "viejas" clases medias apela a una consideración histórica que no se explicita en el análisis (¿por qué son "nuevas" las nuevas y "viejas" las viejas?; aunque se trata de un estudio sincrónico, y no le vamos a pedir peras al olmo, queda clara la importancia de una sociología histórica de las clases sociales, que atienda a su formación, sus transformaciones y relaciones con el resto).
- Construcción de las escalas de autoposicionamiento: es bastante escandaloso que se presente en una encuesta oficial del CIS una escala de autoposicionamiento ideológico del 0 al 10, cuyo polos opuestos sean "feminismo" y "machismo", por los efectos perversos de tal construcción en términos de deseabilidad social (como muestran los datos, en los que la mayoría se alejan deliberadamente del polo "machista", por supuesto), así como por su falta de fundamento teórico (en modo alguno "feminismo" y "machismo" constituyen polos opuestos de un continuo; no existe un movimiento "machista", ni nadie -o casi- que se declare abierta y militantemente "machista", ni los objetivos conscientes del movimiento feminista -demandas históricas de igualdad, reconocimiento de las mujeres, etc.- tienen nada que ver con los objetivos inconscientes que se atribuyen al "machista" -búsqueda y mantenimiento su dominación sobre la mujer, etc.-...).
- Resulta problemático, cuando se habla de los tipos de trabajos (su contenido, las competencias que requiere, las condiciones en que se realiza) que detenta cada clase, el hablar de mayor o menor "complejidad", sobre todo si se considera que los trabajos "menos cualificados" (de las clases obreras), más físicos y repetitivos, etc., son los "menos complejos", y los más intelectuales o más relacionados con la creatividad, son "más complejos". Una consideración de este tipo puede dejar traslucir un prejuicio social de fondo o un juicio de valor implícito, que parece beber de la tradicional separación y jerarquía entre el "trabajo manual" y el "trabajo intelectual" (que ya denunciara Marx en su día). No creo que sean más o menos "complejos", sino simplemente distintos: mayor recurso al pensamiento abstracto o a competencias intelectuales no implica necesariamente mayor "complejidad"... lo cual no quiere decir abdicar de señalar los trabajos más peligrosos...
En resumen, recomiendo su lectura e invito desde aquí a seguir esta línea de trabajo sobre clases sociales y estructura social, que enriquece las posibilidades de análisis. Aún quedan cosas por decir.
[Ánimo en Sol. Yo me muerdo la uñas en casa por no estar allí.]
Sí se publicó en su día un análisis de los principales resultados, realizado por Jorge Rodríguez Menés (Boletín CIS, nº2, 2007), que da para bastante. Muchas de las cosas que se reflejan pueden parecer "de cajón", pero siempre está bien verlas respaldadas por datos. Otras son menos evidentes.
Destaco rápidamente sólo algunas ideas del mismo que me parecen interesantes:
- Cosas que ya sabíamos (o intuíamos): las clases sociales realizan trabajos de naturaleza distinta (manuales, rutinarios, con objetos, en las trabajadores; interpersonales, en el sector servicios; intelectuales y creativos, en las nuevas clases medias; etc.), con distintos niveles de autonomía, formas de control/vigilancia, posibilidades de toma de decisión y consecuencias para la actividad; la importancia de los distintos capitales que se poseen (cultural, económico, social) y su "inversión" en el acceso al trabajo; o las distintas probabilidades de promoción y mejora de estatus y rentas del trabajo entre clases.
- Las clases sociales con menor capital económico y cultural tienden a emplear más su capital social (sus redes y contactos personales) para encontrar empleo.
- Existen claras diferencias de clase en cuanto a la precariedad y estabilidad laboral:
"En promedio, las viejas clases medias llevan 14 años ejerciendo el mismo trabajo; las nuevas clases medias, 10 años; los asalariados en los servicios, 8; la aristocracia obrera, 13; y la clase obrera subalterna, 9. Las clases obreras (50%), junto con los trabajadores de los servicios (35%), presentan los porcentajes mayores de ocupados con contratos temporales, así como de trabajos estacionales o intermitentes (16 y 10% y de desempleados que buscan trabajo activamente (12 y 13%)." (J. Rodrígez Menés, 2007: 7)
- En ciertos aspectos puntuales la "clase de servicios" se encuentra en peor situación que lo que el autor llama "aristocracia obrera" (operadores, conductores y asalariados manuales cualificados); o, si se prefiere, se encuentra más cerca de la "clase obrera subalterna" (trabajadores manuales no cualificados) que de esta última. Por ejemplo, en cuanto a "ingresos netos mensuales por el trabajo personal", menores para los trabajadores de los servicios, pero también en lo que respecta a las tasas de desempleo, de trabajo intermitente u ocasional y de temporalidad, mayores para ellos. Luego, a pesar de disponer de un capital cultural mayor y unos ingresos familiares mensuales similares que los trabajadores manuales cualificados, se encuentran en condiciones laborales menos favorables y estables que los trabajadores manuales cualificados. Es importante, por ello, resaltar las diferencias internas a lo que comúnmente (y de forma a veces demasiado rápida) llamamos "clase(s) trabajadora(s)", así como las desigualdades en la estabilidad/precariedad (que no responden necesariamente a una relación lineal, y que apelan a realizar una "cartografía de la precariedad", como señala R. Castel).
- El estudio incluye variables relativas a "ideologías, costumbres y estilos de vida". Aunque las "formas de ver el mundo" se midan cuantitativamente a partir de opiniones con respecto a temas significativos y fuertemente posicionantes como la aceptabilidad o no de las desigualdades, derechos civiles, políticos y sociales, seguimiento de la actualidad y participación política, preferencias políticas y religiosas, etc.), la inclusión de este tipo de variables resulta algo fundamental en el estudio de las clases sociales (sobre todo después de La Distinción), que no siempre se ha tenido en cuenta, en parte por el predominio asignado tradicionalmente a las variables económicas. Recomiendo su lectura porque se aprecian claramente las conexiones entre posición y tomas de posición.
- En esta misma línea, el estudio contempla otras variables de gran interés, relativas a los modos de vida de las clases sociales, como las "pautas de asentamiento" (hábitats) y formas de conceptualizarlo, "redes de solidaridad social" (cuidado, préstamos, apoyo, etc.), "niveles de endogeneidad social" (interacciones habituales con gente de características sociales similares), gustos (televisivos, musicales, vestimentales). En este último caso, es muy interesante el cuadro que Rodríguez Menés presenta en su estudio (2007: 12) y que reproduzco malamente aquí:
Es significativo y reconfortante que el autor del informe finalice el trabajo concluyendo con estas palabras: "las clases sociales importan", y sintetizando todos aquellos aspectos concretos en que lo hacen (tipo de trabajo, recursos movilizados para el acceso al trabajo, acceso a estatus ocupacionales y probabilidades de movilidad, estabilidad/precariedad laboral, formas de ver el mundo, preferencias, simpatías, gustos, etc.).
Críticas y comentarios para seguir reflexionando sobre el estudio de las clases sociales:
- ¿Dónde quedan las clases altas en todo esto? ¿Es un problema técnico: no se les puede encuestar, quedan fuera del diseño muestral?, o ¿es un problema teórico: nos hemos creído el cuento de que nuestra sociedad es una "sociedad de clases medias" y hemos perdido la capacidad de distinguir/construir las altas, o las hemos incluido inocentemente en las medias (particularmente en las llamadas "viejas clases medias")?
- Dificultad (teórica y técnica) de la sociología para elaborar un esquema de clases multidimensional, no basado principalmente en el factor clásico de la ocupación.
- Justificación del esquema de clases y sus etiquetas: "aristocracia obrera" me parece una etiqueta desafortunada aunque pueda entenderse su sentido (mejores condiciones y mayor estabilidad que la "clase obrera subalterna"); la idea de "nuevas" y "viejas" clases medias apela a una consideración histórica que no se explicita en el análisis (¿por qué son "nuevas" las nuevas y "viejas" las viejas?; aunque se trata de un estudio sincrónico, y no le vamos a pedir peras al olmo, queda clara la importancia de una sociología histórica de las clases sociales, que atienda a su formación, sus transformaciones y relaciones con el resto).
- Construcción de las escalas de autoposicionamiento: es bastante escandaloso que se presente en una encuesta oficial del CIS una escala de autoposicionamiento ideológico del 0 al 10, cuyo polos opuestos sean "feminismo" y "machismo", por los efectos perversos de tal construcción en términos de deseabilidad social (como muestran los datos, en los que la mayoría se alejan deliberadamente del polo "machista", por supuesto), así como por su falta de fundamento teórico (en modo alguno "feminismo" y "machismo" constituyen polos opuestos de un continuo; no existe un movimiento "machista", ni nadie -o casi- que se declare abierta y militantemente "machista", ni los objetivos conscientes del movimiento feminista -demandas históricas de igualdad, reconocimiento de las mujeres, etc.- tienen nada que ver con los objetivos inconscientes que se atribuyen al "machista" -búsqueda y mantenimiento su dominación sobre la mujer, etc.-...).
- Resulta problemático, cuando se habla de los tipos de trabajos (su contenido, las competencias que requiere, las condiciones en que se realiza) que detenta cada clase, el hablar de mayor o menor "complejidad", sobre todo si se considera que los trabajos "menos cualificados" (de las clases obreras), más físicos y repetitivos, etc., son los "menos complejos", y los más intelectuales o más relacionados con la creatividad, son "más complejos". Una consideración de este tipo puede dejar traslucir un prejuicio social de fondo o un juicio de valor implícito, que parece beber de la tradicional separación y jerarquía entre el "trabajo manual" y el "trabajo intelectual" (que ya denunciara Marx en su día). No creo que sean más o menos "complejos", sino simplemente distintos: mayor recurso al pensamiento abstracto o a competencias intelectuales no implica necesariamente mayor "complejidad"... lo cual no quiere decir abdicar de señalar los trabajos más peligrosos...
En resumen, recomiendo su lectura e invito desde aquí a seguir esta línea de trabajo sobre clases sociales y estructura social, que enriquece las posibilidades de análisis. Aún quedan cosas por decir.
[Ánimo en Sol. Yo me muerdo la uñas en casa por no estar allí.]
Comentarios
Publicar un comentario