"Esta visión de la acción y el discurso se opone a ciertas prácticas de análisis comunes, como la consistente en: a) ordenar el discurso por temas; b) diferenciar, dentro de cada tema, distintos paquetes de opiniones; c) “explicar” la diferencia de prácticas por la diferencia de opiniones. Esta práctica de análisis confina el discurso a su función referencial: los sujetos se limitarían a relatar hechos y opiniones. Sin embargo, si contemplamos los enunciados como jugadas de presentación de sí, al fragmentar el discurso perdemos una información esencial: el papel que juegan las distintas opiniones en la estrategia simbólica de los locutores (Riessman 1990; Potter y Wetherell 1987: 41). Si esta pérdida puede ser importante al tratar de reconstruir hechos —se cuentan unos u otros según la estrategia de presentación—, es demoledora cuando se pretende reconstituir los esquemas simbólicos de los locutores. Al basar el análisis en los argumentos más repetidos le damos más peso a los más legítimos, relegando aquellos enunciados que nos muestran la tensión entre prácticas y legitimidades. Al amputar los contextos de los enunciados, perdemos un elemento capital: su papel en las estrategias simbólicas de los sujetos; en función de estas —de los oponentes, de lo que está en juego, de la estrategia de presentación de sí...—, las mismas personas pueden defender un argumento o el contrario. Al agrupar las opiniones en paquetes coherentes, se anulan todas las inconsistencias y ambivalencias.
Pondré un ejemplo. En una investigación con grupos de discusión, las madres de clases populares sostenían enunciados muy diversos en torno a la intención de adelgazar. La mayoría negaba tener ninguna pretensión de adelgazar —aunque otros enunciados contradecían ese rechazo— y atribuía la “obsesión por la delgadez” a “otras”; si en algún momento se reconocía la intención de adelgazar, se justificaba mencionando razones de salud y negando toda preocupación “estética” —eran “otras las obsesionadas con la estética”—. Un análisis basado en fragmentar el discurso por temas dándole más peso a los argumentos más repetidos llegaría a la siguiente conclusión: la mayoría de estas mujeres solo se preocuparía por adelgazar cuando tuvieran problemas de salud ligados al exceso de peso. Este “análisis” dejaría fuera lo esencial: la ambivalencia entre las obligaciones de la “buena madre” —esta debe ocuparse prioritariamente de sus hijos y “no mirarse demasiado”— y el deseo de evitar un cuerpo estigmatizado. Esta ambivalencia nos explica las constantes contradicciones y vaivenes del discurso —no se puede reconocer claramente el deseo de adelgazar, y este solo sería legítimo por razones de salud—, pero también las prácticas: estas también han de componer con la ambivalencia, con la tensión entre dos expectativas opuestas —tener un cuerpo no estigmatizado y “no mirarse demasiado”— (Martín Criado 2010b)."
Martín Criado, E. (2014): "Mentiras, inconsistencias y ambivalencias. Teoría de la acción y análisis de discurso". Revista Internacional de Sociología, 72(1): 115-138, p. 128.
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