El país semanal publicaba el domingo pasado (01-04-2012) una entrevista muy interesante a un reconocido -y muy lúcido- psiquiatra español: Manuel Gómez-Beneyto. Dejo aquí algunas perlas:
"¿En psiquiatría hay modas? Sí, pero siempre tienen una justificación. Hace tiempo se creó un interés sorprendente por la timidez, que nunca había sido objeto de la psiquiatría, y fue porque una farmacéutica vio que había un nicho de mercado interesante. Se montaron congresos y se generó una nueva demanda.
Con fin económico. Sí, por ejemplo, recientemente se está recetando en exceso medicamentos a niños y creo que esto responde en parte también a intereses de la industria farmacéutica. Para hacer esto se necesita la colaboración de un sector de la profesión que se presta por razones obvias: económicas, de poder y prestigio.
¿Se dejan ustedes presionar? Somos humanos. La enfermedad mental no tiene una base orgánica identificables, no tenemos escáneres, el diagnóstico es subjetivo y, por tanto, opinable. Las fronteras de la locura son flexibles y están tironeadas por la industria, que quiere más enfermos, y por la sociedad civil, que quiere menos. Los homosexuales montaron su lobby y fueron descatalogados; ahora están los transexuales, y vendrán otros. [...]
Ponerle nombre al mal consuela al paciente? Puede, pero la forma como transmites tu opinión con un diagnóstico tiene el gran riesgo de que el paciente incorpore la etiqueta a su identidad, que se adhiera a ella con fidelidad exagerada y haya una medicalización innecesaria. La enfermedad mental es un concepto sin base orgánica y al ratificarlo con un nombre lo haces cosa. Los trastornos psiquiátricos son como si fueran enfermedades, lo cual no quita para que sean una realidad y además muy dolorosa.
¿Se considera usted médico del "alma"? Yo soy médico de la persona. Separar la mente del cuerpo no tiene sentido.
Entonces, ¿qué cura? Yo no curo nada, porque considero que no hay enfermedades, sino construcciones que hacemos los profesionales para habérnoslas con problemas muy complejos. Dirí que lo que hacemos es, por una parte, un proceso de acompañamiento a la persona en el camino para encontrar su propio proyecto. Por otra, el uso de medicamentos eficaces para aliviar la angustia y la depresión. También intenta influir sobre el entorno para que se adapte a la persona. [...]
Antes al psiquiatra se iba atado, era el último recurso. Ahora, a veces, es el primero. ¿Ha aumentado la conciencia del malestar emocional? Sí, claro. Pero hay un ejemplo de cómo la demanda se puede generar como una búsqueda perversa de solución médica a un problema social: el mobbing. Yo no digo que no haya acoso. Pero que eso sea un trastorno y que tenga solución psicológica exclusivamente es dudoso. Y sin embargo, constituye un motivo de demanda importante. Se está haciendo un uso inadecuado de los profesionales para dar salida a problemas sociales que generan sufrimiento.[...]
Ahora miramos desde una concepción médica los trastornos mentales. Y estamos empezando a ver la locura como una manifestación más de la diversidad humana que requiere, más que la rehabilitación, aceptación e integración. Aún no estamos ahí ni en broma, Pero vamos e esa dirección: el cambio de un modelo médico a un modelo social de locura.
[...] La psiquiatría tiene en su agenda temas que no pueden solventarse científicamente, sino que requieren un posicionamiento ideológico.
¿Por ejemplo? Los enfermos mentales están sujetos a un estereotipo en el que predomina la idea de la peligrosidad. [...] Y frente a esa idea y al hecho de que efectivamente de vez en cuando hay enfermos que cometen crímenes, cabe decir: ¿hay que encerrarlos a todos en prevención, ¿o adoptar medidas acordes con el riesgo individual? La respuesta exige una toma de posición.
[...] ahora se debate sobre si las personas con trastornos mentales graves que viven en la comunidad y no quieren medicarse deberían ser obligadas a hacerlo, incluso en contra de su voluntad, por orden judicial. A mí, esto me parece un atropello moral, pero a otros les parece un procedimiento adecuado para mantener el orden social. [...]
¿Cuál es el pero trastorno mental? No depende tanto del diagnóstico como de las circunstancias de la persona. Incluyo la forma de percibirlo, la de recibirlo su entorno, las posibilidades de solución. La cosa es tan compleja e imposible de descontextualizar que no puedo contestar. [...] Se dice que la bipolaridad tiene eso de que cuando subes, pasas una temporada buena. No, repito: el contexto es clave. Descontextualizar la locura es lo peor para entenderla. [...]"
"¿En psiquiatría hay modas? Sí, pero siempre tienen una justificación. Hace tiempo se creó un interés sorprendente por la timidez, que nunca había sido objeto de la psiquiatría, y fue porque una farmacéutica vio que había un nicho de mercado interesante. Se montaron congresos y se generó una nueva demanda.
Con fin económico. Sí, por ejemplo, recientemente se está recetando en exceso medicamentos a niños y creo que esto responde en parte también a intereses de la industria farmacéutica. Para hacer esto se necesita la colaboración de un sector de la profesión que se presta por razones obvias: económicas, de poder y prestigio.
¿Se dejan ustedes presionar? Somos humanos. La enfermedad mental no tiene una base orgánica identificables, no tenemos escáneres, el diagnóstico es subjetivo y, por tanto, opinable. Las fronteras de la locura son flexibles y están tironeadas por la industria, que quiere más enfermos, y por la sociedad civil, que quiere menos. Los homosexuales montaron su lobby y fueron descatalogados; ahora están los transexuales, y vendrán otros. [...]
Ponerle nombre al mal consuela al paciente? Puede, pero la forma como transmites tu opinión con un diagnóstico tiene el gran riesgo de que el paciente incorpore la etiqueta a su identidad, que se adhiera a ella con fidelidad exagerada y haya una medicalización innecesaria. La enfermedad mental es un concepto sin base orgánica y al ratificarlo con un nombre lo haces cosa. Los trastornos psiquiátricos son como si fueran enfermedades, lo cual no quita para que sean una realidad y además muy dolorosa.
¿Se considera usted médico del "alma"? Yo soy médico de la persona. Separar la mente del cuerpo no tiene sentido.
Entonces, ¿qué cura? Yo no curo nada, porque considero que no hay enfermedades, sino construcciones que hacemos los profesionales para habérnoslas con problemas muy complejos. Dirí que lo que hacemos es, por una parte, un proceso de acompañamiento a la persona en el camino para encontrar su propio proyecto. Por otra, el uso de medicamentos eficaces para aliviar la angustia y la depresión. También intenta influir sobre el entorno para que se adapte a la persona. [...]
Antes al psiquiatra se iba atado, era el último recurso. Ahora, a veces, es el primero. ¿Ha aumentado la conciencia del malestar emocional? Sí, claro. Pero hay un ejemplo de cómo la demanda se puede generar como una búsqueda perversa de solución médica a un problema social: el mobbing. Yo no digo que no haya acoso. Pero que eso sea un trastorno y que tenga solución psicológica exclusivamente es dudoso. Y sin embargo, constituye un motivo de demanda importante. Se está haciendo un uso inadecuado de los profesionales para dar salida a problemas sociales que generan sufrimiento.[...]
Ahora miramos desde una concepción médica los trastornos mentales. Y estamos empezando a ver la locura como una manifestación más de la diversidad humana que requiere, más que la rehabilitación, aceptación e integración. Aún no estamos ahí ni en broma, Pero vamos e esa dirección: el cambio de un modelo médico a un modelo social de locura.
[...] La psiquiatría tiene en su agenda temas que no pueden solventarse científicamente, sino que requieren un posicionamiento ideológico.
¿Por ejemplo? Los enfermos mentales están sujetos a un estereotipo en el que predomina la idea de la peligrosidad. [...] Y frente a esa idea y al hecho de que efectivamente de vez en cuando hay enfermos que cometen crímenes, cabe decir: ¿hay que encerrarlos a todos en prevención, ¿o adoptar medidas acordes con el riesgo individual? La respuesta exige una toma de posición.
[...] ahora se debate sobre si las personas con trastornos mentales graves que viven en la comunidad y no quieren medicarse deberían ser obligadas a hacerlo, incluso en contra de su voluntad, por orden judicial. A mí, esto me parece un atropello moral, pero a otros les parece un procedimiento adecuado para mantener el orden social. [...]
¿Cuál es el pero trastorno mental? No depende tanto del diagnóstico como de las circunstancias de la persona. Incluyo la forma de percibirlo, la de recibirlo su entorno, las posibilidades de solución. La cosa es tan compleja e imposible de descontextualizar que no puedo contestar. [...] Se dice que la bipolaridad tiene eso de que cuando subes, pasas una temporada buena. No, repito: el contexto es clave. Descontextualizar la locura es lo peor para entenderla. [...]"
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